Por Alejandro Rozas
Leer "Rabiosa" fué similar a la experiencia de oír un disco de black flag o de encontrarse con una ex con quien te emborrachaste alguna vez. El lenguaje del texto es una retórica desenfadada con retazos de una poética confundida que a veces no entendí, pero que te hace recordar al bueno de Lemebel y te hace echar de menos su persona entrañable y desafiante y sobre todo esa maravillosa cultura art-punk sublimada que francamente, perdimos con la partida de los 90’.
Leer "Rabiosa" fué similar a la experiencia de oír un disco de black flag o de encontrarse con una ex con quien te emborrachaste alguna vez. El lenguaje del texto es una retórica desenfadada con retazos de una poética confundida que a veces no entendí, pero que te hace recordar al bueno de Lemebel y te hace echar de menos su persona entrañable y desafiante y sobre todo esa maravillosa cultura art-punk sublimada que francamente, perdimos con la partida de los 90’.
Te
quedan los encuentros fugaces del artista y el escritor con una rica honestidad
que recuerda el amor/odio de los encuentros entre Rimbaud y Verlaine. Te queda la desorientación del
personaje y te quedan ganas de que todo el mundo dijera las cosas como en la
retórica de “Rabiosa”: a escupitajos.
Rabiosa - Gustavo Bernal / 110 pág. - Editorial Libros de Mentira
